Los beneficios medioambientales que el hombre obtiene de los alcornocales no se limitan a su condición de verdadero refugio para la flora y fauna peninsulares.
En este escenario, hasta dos millones de hectáreas de alcornocal quedarían abandonadas a su suerte frente al riesgo de incendios forestales, desertificación o conversión hacia otros usos.
De esta forma se favorece el desempleo, el abandono de la gestión forestal, el incremento del riesgo de incendios, y por lo tanto, la destrucción de los alcornocales.
Esta combinación de conversión, intensificación y cambio de uso de la tierra, ha contribuido a aumentar la incidencia de los incendios y a reducir la salud de los alcornocales.