Puede hacerse un experimento aún más convincente: coloque un huevo en el huevero seco y, sobre él, ponga en equilibrio, horizontalmente, una regla bastante larga.
En una playa totalmente ennegrecida por la noche los hueveros pueden esconderse muy bien entre los árboles y en un ataque furtivo lastimar a quienes protegen los huevos.