Lejos de ser un fenómeno natural, el sentido adquirido por las palabras vaquero, caballero y perrero constituye un fenómeno histórico, es decir, un fenómeno contingente.
Pero claro, vamos a dejar a los perreros en paz, porque posiblemente esto ocurriera porque nadie les dijo como y de qué manera tenían que tocar la mancha.