Me encrespan los escribidores que en vez de usar términos sencillos emplean voquibles rimbombantes, campanudos, magnílocuos, prosopopéyicos, facundos, altitonantes y finchados.
El autor hace girar el primer extremo (el realista) alrededor de la condesa, personaje afortunadamente mucho más vulgar, imprevisible y prosaico que el campanudo conde.