A su paso fue encontrando enhiestos quebrachos y palosantos, samuhúes ventrudos y bonachones, rientes cañadones, cactus florecidos, esteros, aromitales y palmares.
Muchas de ellas nunca se llegaron a acabar, y ahí siguen, enhiestas, entre descarnados ladrillos, como muestrario de una época que posiblemente nunca se repetirá.
Alto, enhiesto y apuesto, de finos modales, expresión dominante, prestancia y magnetismo, sabe tratar con príncipes y reyes, militares y políticos, magnates y financistas.