Su gestualidad, por momentos, ilusa y obsesionada, que condensa, inconfundibles destellos de candorosa ternura ensoñadora, representando su rasgo más extravagante y peculiar.
Las velocidades de obturación lentas, cierto desenfoque añadido, ayudan a dar un atmósfera más ensoñadora, más melancólica a este mundo en que vivimos.
Sin embargo, el niño creativo de todo ser humano despierta su mayor capacidad de empatía con tres de las locuras más deliciosas del maestro: sus ensoñadores inventos.
Tienen un gran sentido de la verguenza ajena y del rídiculo y sobre todo, no les gustan las personas indecisas y ensoñadoras, enseguida les ponen en su lugar.