De las grutas salieron las gárgolas medievales para opinar con gorgoteo de drenaje, en los caños que drenan de las catedrales y se vierten a las calles.
Por unos instantes, que se le hicieron eternos, el hombre, mutilado y ensangrentado, se quedó allí parado mirándole, emitiendo unos espeluznantes gruñidos, entre gorgoteos.