La residencia de la abuela era toda una mansión llena de cuantiosas escaleras que llevaban a pasajes lo suficientemente rigurosos para su nervudo cuerpo.
Alto, flaco pero nervudo, este negro con figura quijotesca es autor de sabrosos sones y guarachas, que algunos no creerían salidos de la imaginación de un músico autodidacta.
Durante unos segundos estuvo así, doblado, con la nuca nervuda cubierta de una pelambrera anaranjada y las manos, con sus largos dedos retorcidos, palma contra palma, en actitud de rezar.