Algunos mojaban sus pañuelos en los coágulos que quedaron en la palangana cuando el aseo del cuerpo, otros tijereteaban su ropa para llevarse con sí alguna reliquia.
Tijereteaban savias magnéticas, potencias, tallos y voltios en ese espinoso jardín de amperes con flores mortales acechando en la noche que conforma el techo de las luces.